La saliva es una sustancia que segregamos y de la que normalmente sólo nos preocupamos cuando sufrimos xerostomía o síndrome de la boca seca.
Y nos llama la atención precisamente eso, la falta de ella. Pero la realidad es que, aunque no le prestemos atención normalmente, la saliva es necesaria y fundamental para mantener una salud bucodental en buen estado. No le habrás prestado demasiada atención posiblemente, pero la saliva tiene unas características concretas, de las que alguna quizá te parezca hasta curiosa.
La saliva es una sustancia líquida, transparente, compuesta por agua, sales minerales y algunas proteínas. ¿Lo sabías?
Su textura es consistente y tiene una viscosidad variable. La producimos en la boca, por medio de las glándulas salivares; la parótida, la submaxilar y la sublingual son las que mayor cantidad de saliva aportan a nuestra boca.
¿Cuánta cantidad de saliva crees que producimos al día? Pues nada menos que entre un litro y litro y medio.
Además, la producción de saliva está relacionada con el ciclo circadiano, por el cual, por la noche segregamos una mínima cantidad. Y además, su composición varía según los estímulos que recibimos, por ejemplo, por el olor o visión de la comida.
¿A que te suena eso de «se me cae la baba»? Así, además de en cantidad, esos estímulos también varían y aumentan el pH de la saliva, que en condiciones normales se sitúa entre el 6.5 y el 7.5.
Como hemos dicho, la saliva es fundamental para que nuestra salud bucodental sea óptima.
Son cuatro las funciones de la saliva en nuestra boca: La saliva deposita en nuestra boca una película protectora compuesta de glicoproteínas que cubre las superficies de la boca.
Esta película protege el esmalte de los dientes y ejerce de escudo de defensa para los tejidos que forman la boca. Además, también la mantiene lubricada de manera constante.
Por otro lado, son todavía más las funciones protectoras que ejerce en la boca. La saliva cuenta, entre sus componentes, con iones calcio y fosfato. Éstos son los encargados de mantener el equilibrio en los procesos de desmineralización y remineralización de los dientes. Y, como consecuencia, se puede decir que la saliva nos protege contra la caries y ayuda a reparar lesiones.
También regula el pH, como hemos mencionado, y lo mantiene en niveles equilibrados.
Y la saliva es también la responsable de neutralizar los ácidos que se producen en nuestra boca tras ingerir comida, vomitar o cuando sufrimos reflujos.
El pH ácido provoca la desmineralización del esmalte dental y lo erosiona. La saliva nos ayuda a digerir la comida. La humedece y así ayuda a crear el llamado bolo alimenticio, para que podamos tragarla de forma fácil. Al estar compuesta en un 95% de agua, ésta permite que los alimentos de disuelvan y percibamos el sabor de los mismos gracias al sentido del gusto.
Además, sus compuestos, en forma de enzima amilasa, provocan que el almidón se rompa y transforme en maltosa y dextrina. Antes de que el alimento llegue al estómago, ya se comienza el proceso digestivo en la boca, gracias a la saliva. La boca está poblada de bacterias.
Éstas causan las caries dentales y las enfermedades de las encías. La saliva combate estas bacterias, ejerciendo como desinfectante natural, que cuenta con agentes anti bacterianos, como la inmunoglobulina A, la lactoferrina y la lactoperoxidasa.
Por otro lado, el hecho de que es un fluido constante, mantiene la boca siempre con movimiento constante de estos fluidos, que hacen un efecto de auto limpieza. La saliva lubrica nuestra boca y protege los tejidos blandos, como hemos dicho, pero gracias a esto es posible que hablemos, que desarrollemos la expresión oral.
No tienes más que imaginar los problemas que sufres cuando tienes la boca seca e intentar articular palabras.