Los que sois padres sabéis perfectamente la importancia que tiene para nuestros peques seguir nuestro ejemplo. Hace un par de temporadas, Ikea lanzó un anuncio que, echando mano del humor (como no), reflexionaba sobre el papel de la familia en ese sentido. No se trata de obsesionarnos, pero seguramente estarás de acuerdo en el fondo, es decir, que los niños y las niñas hacen lo que ven. Sobre todo, en sus primeros años de vida.
El capítulo de la salud bucodental no es diferente. También podemos observar y hablar de ciertos hábitos perjudiciales para nuestros dientes que a veces inconscientemente hacemos, pero que nos enfadan cuando nos vemos imitados. Hurgarte los dientes con un palillo parece adecuado para los mayores, pero ¿quién no ha reñido alguna vez a un hijo por hacer precisamente eso?
Hoy repasamos algunos de esas manías que conviene desterrar si no quieres verlas reflejadas en tus hijos. Sin culpabilidades. Simplemente rompe la cadena. Son actos casi reflejos. Abrir un tapón, desgarrar una bolsa de pipas, intentar desenroscar algo, etc. Hay a quien los dientes le mandan un aviso, pero otros insisten hasta que un diente se acaba partiendo. En el caso de los menores, es mucho más fácil que los dientes y las encías sufran daños. Acostúmbrate a usar las manos o utensilios adecuados para estos menesteres como unas tijeras. Llegará una edad en la que él o ella puedan abrir solos las cosas. Mientras tanto, échales una mano y enséñale que sus dientes están reservados exclusivamente para comer.
Es una de las costumbres más dañinas para dientes, encías e incluso piezas dentales con caries. Si tienes un pequeño agujero en donde se acumula la comida acude a tu dentista para que te miren y deja de comprar palillos que para lo único que vienen de lujo es para sujetar los pintxos. Si no lo haces así, es muy posible que tu hijo o hija acabe haciendo lo mismo. Eliminando los restos de comida de entre los dientes con palillos y, en muchos casos, pasando del cepillado.
El hábito de morderse las uñas, también llamada onicofagia, tiene consecuencias no solo en dientes y encías. Dedos y uñas son un nido perfecto para microorganismos que, cuando entran en contacto con la boca, pueden producir infecciones. No suele ser lo más habitual, pero en el caso de los niños, hay que tener cuidado. Reconocemos, no obstante, que el hecho de morderse y/o comerse las uñas es una patología difícil de controlar porque tiene un componente compulsivo. En lo que muchas investigaciones parecen coincidir es que su origen puede estar en la infancia. El hecho de que tú no te muerdas las uñas no quiere decir que tu peque no lo vaya a hacer, pero es mucho más probable que simplemente te imite si ve que tú lo haces.
Siempre os insistimos en que es fundamental que tengas una buena higiene dental. No solo por ti, sino también por tus hijos e hijas. Es mucho más sencillo que aprendan casi sin darse cuenta si observan cómo lo haces tú. Te ahorrarás muchas explicaciones si simplemente ven que en casa cepillarse los dientes tras cada comida y antes de irse a la cama es una norma establecida. Por cierto, hay que guiar primero y acompañar a los niños pequeños después hasta que veamos que tienen una buena técnica de cepillado.
Un cepillo gastado es sinónimo de uso, pero ojo, porque también puede albergar muchas bacterias. Los cepillos de dientes (los de toda la familia) deben renovarse, al menos, dos veces anuales. Con los niños, no hay disculpa posible porque necesitarán diferentes cepillos que se vayan adaptando al desarrollo y crecimiento de su boca. Una buenísima idea es ese momento en especial y contarle que cada vez es más grande, responsable y, por tanto, necesita un cepillo de dientes nuevo. Lo vivirá como un regalo y reforzará el buen hábito de lavarse los dientes.